La instantánea translúcida y lo que esperamos descubrir de una ciudad

Los medios de comunicación
Alba Paloma Carrillo
Buenos Aires, 2009

Al llegar a un país desconocido, con la certeza de que vas a quedarte un buen tiempo, surge la inquietud de conocer algo más que el destino turístico. Será el mecanismo por el cual se rechaza el efluvio de sentirse lejos de casa, o algún otro sentimiento que juega a favor-en contra, que el anhelo de conocer cada vez más cómo engrana cada pieza de la ciudad, y es en instantes muy intenso. La capital de Buenos Aires, con sus calles rodeadas de árboles y ninguna flor, cubre ese espacio que el inconsciente pide como necesario.

En los alrededores del parlamento los ojos también se deleitan con los vistosos colores de las luchas sociales. Estas luchas no son tristes, vienen cargadas de cantos, bombos y risas, como si en esto reflejaran su convicción. Sí, a primer vistazo es una ciudad alegre y visualmente heterogénea. En contraposición, las construcciones y las calles tienen un marcado estilo, realmente inconfundible. Se puede caminar por horas y no notar que el tiempo ha pasado, y las calles, a pesar de sus vistosas vitrinas se tornan todas parecidas. Los alrededores del Congreso de la República siguen dando vueltas en la cabeza. En imposible no impresionarse y constantemente regresar a las interrogantes con tanta movilización que se ha presenciado. La movilización del sector social se encuentra a flor de piel y eso nos lleva a múltiples alternativas de lo que podría estar sucediendo.

Al igual como el mecanismo del aparato estatal de un país y los enrosques que se generan en su entorno puede brindarnos mucha información acerca del mismo, la televisión también resulta siendo una imagen rápida de lo que por allí está pasando.

Medios como reflejo de una ciudad
Los medios de comunicación, generan múltiples discursos dependiendo desde que punto se los mire; si es el canal de emisión, si son los contenidos los que se analizan y allí las distintas divisiones y subdivisiones de género, hasta las corrientes sociales a las que representan y vociferan, o al sector de la población al que pretenden llegar. Pero todos convergen en un punto, el medio propone el formato, pero es la población la que decide si aceptar o no, si comprar el producto, si oír lo que el interlocutor pretende decirle, y en último caso, si creer en dicho contenido.

Pero la discusión no se va a centrar en la energía acumulada por bastas investigaciones acerca de si existe un sujeto receptor pasivo o ha adquirido con el tiempo una serie de elementos para juzgar y contraponer el universo de información que recibe a través de los medios de comunicación. Se partirá de la premisa de que el hombre frente al medio consume lo que quiere consumir y deja de hacerlo también cuando quiere. Esto nada tiene que ver con que este televidente / radioescucha / lector crea y asuma como correcta la información que ha adquirido.

Hay un asunto que no se puede dejar de mencionar. Los seres humanos somos y estamos amarrados a las costumbres, hábitos, y entre tanto al saber y a los medios por los que adquirimos dicho saber. Recién llegar de una sociedad en la que las noticias por las mañanas ofrecen determinado tipo de información, predispone a esperar algo parecido. Por profundo, o no, que sea lo que se encontraran analizando en los medios locales se torna complicado no percibir ese hálito de desinformación. Así en la mañana el ver colocado en la parte inferior derecha del televisor, la hora, la temperatura y la sensación térmica causa el efecto contrario del que seguramente el medio pretende hacer sentir al televidente común.

Pero ¿qué sucede con aquellos detalles que determinan la forma de presentación de la noticia? Hay elementos que necesariamente una persona requiere para configurarse como tal, y entre ellos se encuentra el de pertenecer a un grupo, el sentirse parte de algo, y son esa clase de elementos los que toman los encargados de venderle un producto a las masas, todo aquello referente al mundo de los sentimientos y deseos.

En Dialéctica del iluminismo (1), Max Horkheimer y Theodor Adorno hacen referencia a la evidencia del uso de elementos emocionales no cuantificables del público receptor por parte de los partidos políticos y los medios de comunicación. Entraba en debate lo maleable que resultaba la masa frente a ciertos estímulos que tocaban nervios específicos, los del impulso y las pasiones entre otros. En Buenos Aires nos sentimos dentro de un algo imaginario porque nos mencionan elementos que lindan la cotidianeidad. Así, en las mañanas, la sensación térmica nos es imprescindible porque todos la percibimos y así sea algo, en muchos casos, obvio, nos resulta de alguna manera u otra, realmente cautivante.

Las narraciones de violencia son también otro elemento que siempre está en juego. Los casos de delincuencia juvenil son un tema que vuelve a reunir a los ciudadanos y los hace parte de un mismo conflicto. Pero no todo lo que se ve plasmado en los medios es lo que sucede. Al igual que la sensación térmica, la violencia en la ciudad de Buenos Aires es una mezcla de un poco de realidad con algo de mera percepción. Los medios televisivos son los que utilizan más éstos elementos.

Comparando las cosas dichas y los vacíos es más de lo último lo que nos proyecta reflejos claros de la ciudad. Lo no mencionado por los espacios de noticias habla mucho de lo que anda pasando por aquí. Un medio es al dueño, tanto como el dueño es a sus intereses y de eso no hay mucho que decir. Los grandes vacíos de desinformación respecto a los manejos del aparato estatal, el Congreso de la República, ministerios, entre otros, son evidentes. Impresiona la lucha de fuerzas, por un lado el pueblo a las afueras del parlamento reclamando por bien o por mal, haciendo visible su desencanto con el manejo de su país, y por otro la constante apatía del Estado que no tiende puentes reales, por el contrario, cada vez desinforma más.

El Congreso de la República otra vez resulta útil para el análisis. La falta de información sobre el hemiciclo es el punto en común en la mayoría de medios masivos, incluso basta notar que la población, a través de los medios, solo conoce unos cuantos nombres de parlamentarios en actividad, y es más evidente aún cuando hasta en la página web del mismo congreso hay un enlace llamado “Conozca a sus Diputados”. Es este otro punto saltante.

Entonces, no es que los medios de comunicación no nos brinden información acerca de la realidad de esta ciudad, sólo hay que leer entre líneas. Es como una fotografía que resultó un poco desenfocada, pero algo se llega a ver. La manera en que los programas de noticias nos muestran Buenos Aires nos ilustran, sí, sobre las características del ciudadano de esta ciudad, pero a grandes rasgos.

Como se mencionó antes, el receptor decide si consumir o no un producto, entonces, si subsisten determinados formatos es porque existe alguien que los ve. Los canales de señal abierta y sus determinados programas noticiosos tienen ciertas características en forma que los hacen diferenciarse unos de otros. Entonces tenemos a Telefé (Canal once en Buenos Aires) con un corte más distendido y apelando a la visualización de la información desde un punto de vista más de entretener, en caso corresponda, e informar, desde lo que un diario llamaría “policiales” y “locales”.

También el canal Nueve plantea un formato firme, una noticia policial más resaltada (con una musicalización especial) y análisis de aquella misma noticia (también con musicalización) por parte de algún periodista, que siempre llega a alguna reflexión. Por un lado el distenderse sintiéndose informado y por otro el percibir que no sólo es uno el que desea paz social. Se visualiza en ambos casos que se toman aquellos elementos del deseo que mencionaba Horkheimer y Adorno, y se potencian para lograr la consumición.

En los programas de noticias también se denota mucho el uso de elementos acordes al tiempo en que estamos viviendo. Es utilizado como recurso importante de los programas, las notas y videos obtenidos de internet, de páginas tales como Youtube (2). En muchos casos, el uso de estos elementos resulta útil debido a las nuevas formas en que corren y se obtienen las noticias, además de una igualdad en tanto a la producción de las mismas, ya que estos videos son “subidos” a la web por cualquier persona. Lo que resulta visible es que los medios de comunicación legitiman el uso de estas nuevas tecnologías para fines no educativos. Los canales locales recogen información de estas páginas, tales como videos curiosos, de niños, de animales, de acciones graciosas, con la finalidad única de divertir. No se toman tan en cuenta los aspectos educativos y democratizadores que trae consigo el acceso a nuevas tecnologías.

Este modelo de televisión fue planteado un día y aceptado otro. Los medios de comunicación estructuran sus productos de acuerdo a lo que desean obtener y los entrelazan con elementos que consideran podrían terminar siendo en algún punto un referente para el consumidor. En esto va y juega la identificación. Stuart Hall, en ¿Quién necesita identidad?, prólogo del libro Cuestiones de Identidad Cultural (3), hablaba acerca de las implicancias de sentirse nombrado por los otros como parte de un grupo para su reafirmación. Se requería entrar en el circundar de la diferencia para afirmar ciertas cosas en uno mismo. Entonces, en los noticiarios locales se tiene información sobre la frecuencia de los trenes y subterráneos, los vuelos domésticos, las principales vías de acceso a Capital Federal, entre otras cosas, que lo que genera es esa sensación de pertenencia, pues todos nos sentimos llamados en ese discurso.

Pero sin duda, mucho de lo que queda grabado en la mente de los ciudadanos es solo una imagen. Han de ser diversas las lecturas al respecto e infinitos los recuerdos de los pobladores de la ciudad de Buenos Aires respecto a sus medios de comunicación. No es tan sencillo como afirmar que el logo de Coca Cola se encuentra impregnado en la memoria visual de casi, por no decir todo, el globo. Con los medios no sucede lo mismo, y en Buenos Aires es más difícil aún lanzar tal afirmación. Como foránea, si quedó un ícono más marcado que otros respecto a noticias, y es el del diario Clarín, aquel hombrecito rojo con una trompeta, que apela a la fuerza popular. Clarín no personifica, por el contrario, también es otro que llama a pertenecer.

La publicidad es otro de los elementos resaltantes. El uso de la interactividad en la publicidad televisiva es ahora bastante frecuente. Se recrean anuncios en el que se cita alguna campaña o pedido que tiene su propia página de internet, tal es el caso de la campaña publicitaria “Que vuelvan los lentos” creada por la agencia BBDO de Argentina para el producto Doritos. En dicha campaña se hace referencia a que la vida sería mejor si regresaran los temas musicales lentos, tales como baladas. Son una serie de anuncios que culminan siempre en la página de internet, como invitando a los televidentes a ingresar y unirse a la causa.

Otra campaña llamativa que utilizaba el mismo recurso de internet es la de Arnet realizada por la agencia Santo. En ella se veía a una pareja de osos panda que atravesaba una crisis matrimonial. A lo largo de cinco publicidades se contaba el devenir de la pareja y se concluía con el pedido de salvar a la especie, ingresando por supuesto al portal de internet que anunciaban. El juego de la intervención es evidente. El elemento clave es lograr que el público interactúe con la publicidad, que no sea un solo emitir información, sino que de alguna manera se reciba respuesta, o al menos se crea que se está emitiendo alguna respuesta y con ello percibiendo una comunicación algo más equilibrada. Aquí también juegan recursos de la identificación, el hecho de interactuar nos hace sentir un poco más “parte de” que si solo viéramos el anuncio por televisión. En el inconsciente queremos ser, y para ello requerimos ser llamados.

La mujer como imagen
La mujer en los medios televisivos argentinos acarrea mucho tema de conversación. Existe una fragmentación entre lo que muestra al público general como imagen de la mujer y lo que se pretende vender al público femenino. El caso de programas tales como La Noche del Domingo en donde se presenta a una co-conductora que es tratada como una persona inmadura, de poco pensar, a la cual se le debe escuchar por encontrarse en situación de desventaja, trae elementos a denotar. No solo el resultar agresivo a la conductora, que ve representada en su figura a las mujeres, también se apela a sentimientos tales como el paternalismo masculino, a ese sentir jerárquico por sobre el género femenino.

Otro programa que llama la atención es Show Match, que en sus muchos años de historia televisiva se ha reinventado tratando de ser siempre un producto comprable por el público. Al conductor, Marcelo Tinelli se le conoce a nivel internacional y su programa, desde hace mucho, ha sido un referente respecto a programas de entretenimiento. Pero sin embargo, viéndolo desde Buenos Aires, y en este tiempo transcurrido, se le puede advertir apelando a la utilización del cuerpo femenino para promocionar su espacio. Sin duda, el uso de estos elementos fue pensado para atraer al público masculino y fidelizarlo.

Desde la ciudad se percibe la conmoción y mucho tienen que ver los demás medios. El trabajar en cadena es una característica destacada de la televisión argentina, un programa emite y hay muchos que comentan. Espacios como Show Match, entre otros tantos, son la fuente de noticias de diversos programas, tipo panel, que toman los elementos de uno, lo que sucedió en el último programa, y los discuten entre sus conductores.
Los paneles de espectáculos abarcan un importante porcentaje de la programación. Suelen ser mixtos y en su mayoría están integrados por periodistas. Estructuran el programa de manera tal que las notas lleven a las entrevistas, en su mayoría a artistas del medio local, modelos y vedettes. Suelen mostrar a la mujer envuelta en algún tipo de discordia.

La adquisición de telenovelas de producción centroamericana, mexicana en su mayoría, por parte de las cadenas locales es también reflejo del fraccionamiento. Son antiguas y consagradas las expresiones que colocan a la mujer como principal público de este tipo de producciones. Lo cierto es que las televisoras locales lo han asumido de esa forma y es el producto principal que le ofrecen a la mujer que se queda en casa. La mayor parte de estas producciones obedecen a una estructura estándar y no presentan relevantes variaciones. Sin embargo hay algunas que hacen denotar las características de la consumición femenina y los deseos que tras ella se ven reflejados. Historias como la de Victoria (4), telenovela adaptación de Señora Isabel (5), y Mirada de Mujer (6) hablan de mujeres que tienen como su mayor logro el haberse liberado de la atadura del hogar al que deben dedicarle la integridad de su tiempo, del esposo que es el único que tiene poder de decisión real en la familia, y a quien le deben perdonar si comete algún tipo de infidelidad, pues es él el que sostiene económicamente la casa.

Pero esta historia, que de por si resulta distinta a la antigua dicotomía de villana – protagonista joven bonita e ingenua, no es suficiente frente a la visión actual que tienen los productores sobre lo que encandila a las mujeres y las hace fieles consumidoras. En esta ciudad ya fue pasada la barrera de aquella fémina que se libera de un esposo controlador y toma las riendas de su propia vida, esa ya no es la meta. Los nuevos tiempos trajeron consigo nuevos paradigmas y las mujeres de la ciudad de Buenos Aires quieren algo más. Los medios que pretenden venderle algo al sector femenino apuestan a una imagen de mujer que ni siquiera piensa ya en alcanzar la igualdad con el género masculino, eso se da por sobreentendido, se presenta a una mujer que enfrenta, es capaz de dominar, no solo se ha emancipado sino que también se atreve a subyugar al otro. Es una mujer sin complejos aparentes, que es dueña de sí y de su felicidad.

Es el caso del Programa Sabor a mí emitido por TELEFE, que muestra a una conductora capaz de tener el control de la situación incluso mostrando el mando frente a sus co-conductores varones, todo esto mientras prepara una vistosa receta. El elemento de la receta leído en conjunción con la del dominio, casi matriarcado, solo sirve para reafirmar que ella realiza una labor, milenariamente atribuida a las mujeres, por el simple hecho de querer hacerlo.

Estas cuestiones se contraponen a la programación que plantea a la mujer como objeto del deseo paternal, a quien se debe mirar con un aire de superioridad para proteger pero a la vez con desdén. Se plantea una ambigüedad más que peligrosa. Por un lado la mujer liberada tratando de dominar al sexo opuesto y por otro lado el reforzamiento de cuestiones culturales arraigadas como la supremacía del hombre por sobre la mujer.
En Buenos Aires no se vive como enfrentamiento puro, existen límites, que los marcan los sectores de la población y la individualidad de las personas. Pero es muy cierto que los medios de comunicación tienen además de derechos, deberes frente a la sociedad a la que representan. Utilizan un espacio dentro de las señales que, por el momento, es limitado. Entonces, estos medios, si no pretenden educar no deberían contribuir a enfrentar a los ciudadanos, reforzando esos “juegos de la diferencia” mencionados por Hall. Si desde la televisión se presentan inconscientes luchas de poder no resultaría extraño que en algún punto éstas se trasladen a la población.

Buenos Aires, sin duda es una mezcla de cuestiones complejas y sus medios de comunicación llegan a reflejar ese detalle de la ciudad. Lo que no plasman necesariamente son las características esenciales de la personalidad de la población. Como resulta imposible tener un patrón estándar de lo que es un televidente de la ciudad de Buenos Aires se apuesta a proponer uno. Uno que consuma.

A pesar que la televisión aún se impone frente a otros medios, sigue existiendo ese vacío entre lo que deberían mostrar y lo que en realidad proyectan. Lamentablemente, resulta una utopía pensar que en algún momento será el reflejo fidedigno de la ciudad, pero a lo que si se debe apostar es a exigirle los mínimos deberes que, como medio, ha adquirido frente al Estado.

*Texto publicado en Buenos Aires, la otra ciudad. Una mirada del extranjero en tránsito. Edición independiente. Buenos Aires, 2009

Notas
  1. Theodor Adorno y Max Horkheimer (1987). Dialéctica del iluminismo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
  2. www.youtube.com
  3. Hall, Stuart y Du Gay, Paul (2003) Cuestiones de Identidad Cultural. Buenos Aires. Amorrortu Editores.
  4. Victoria, telenovela producida en Colombia por la cadena Televisa para Telemundo en el año 2007.
  5. Señora Isabel, telenovela producida en Colombia, versión original.
  6. Mirada de Mujer, telenovela producida en México por TV Azteca y Argos Comunicación en colaboración con Coestrellas Internacional, en el año 1997.
Bibliografía
  • ADORNO, Theodor (2003) Consignas. Buenos Aires. Amorrortu Editores.
  • ADORNO, Theodor y Horkheimer, Max (1987) Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires. Editorial Sudamericana.
  • FREUD, Sigmund (1917) Duelo y melancolía, Obras Completas, Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu Editores.
  • FRISBY, David (1997) Paisajes urbanos de la modernidad. Buenos Aires. Universidad Nacional de Quilmes.
  • GARCÍA CANCLINI, Néstor (1993) El consumo sirve para pensar, En Diálogos de la comunicación. Lima. Felafacs.
  • HALL, Stuart y Du Gay, Paul (2003) Cuestiones de Identidad Cultural. Buenos Aires. Amorrortu Editores.

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