Crónica de cine: Guerras y antibelicismo

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Maracaibo, abril 2011

El gran dictador
Título original: The Great Dictator
Año: 1940
Duración: 128 min.
País: [Estados Unidos]
Director: Charles Chaplin
Guión: Charles Chaplin
Música: Charles Chaplin
Fotografía: Rollie Totheroh & Karl Struss (B&W)
Reparto: Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oakie, Reginald Gardiner, Henry Daniell, Carter De Haven, Grace Hayle, Maurice Moscovitch, Billy Gilbert.

El gran dictador es una película valiente en un momento en que la amenaza nazi/fascista fue desatendida por las principales potencias de ese entonces (Inglaterra, Francia, Unión Soviética y los Estados Unidos). La historia está llena de casos en que hombres enceguecidos y mesiánicos terminan por llevar la tragedia. Hitler y Mussolini forman parte hoy en día del «basurero de la historia». Todo el mérito de Chaplin radica en utilizar la grandeza de su arte para denunciar la demencia y el despropósito de las ideas belicosas y antisemitas que la «culta» Alemania impuso a sus víctimas. El gran dictador, de paso, es un alegato a favor de la paz y los derechos humanos a nivel de todos los pueblos y culturas.

Stalingrado
Título original: Stalingrad
Año: 1993
Duración: 135 min.
País: [Alemania]
Director: Joseph Vilsmaier
Guión: Johannes Heide, Jürgen Büsche, Joseph Vilsmaier
Música: Norbert J. Schneider
Fotografía: Joseph Vilsmaier
Reparto: Dominique Horwitz, Thomas Kretschmann, Jochen Nickel, Dana Vavrova, Martin Benrath, Sebastian Rudolph

El mérito de ésta película bélica es que es alemana. Es raro encontrar cine realizado por los vencidos de cualquier guerra con un sentido crítico y desmitificador. Los alemanes, a través de películas como El hundimiento y La vida de los otros están reabriendo viejas heridas del pasado con una lucidez digna de admiración. Stalingrado es la tragedia de alemanes y soviéticos dentro de una guerra absurda, como todas las guerras, cuya heroicidad sólo cuentan los libros de historia sobredimensionando hechos y situaciones. Nadie quiere morir y nadie quiere el dolor. La irracionalidad humana queda expresada dentro de una violencia incontenible que parece definir lo peor que hay dentro de los hombres. En la guerra no hay héroes sino víctimas, parece decirnos el director Joseph Vilsmaier. Por otro lado, las secuencias del «infierno» llegan a ser tan reiterativas que la película termina siendo plana y previsible, algo que le quita mucha fuerza de acuerdo a nuestra apreciación.


Days of Glory (Indigènes)
Título original: Indigènes (Days of Glory)
Año: 2006
Duración: 120 min.
País: [Argelia]    
Director: Rachid Bouchareb
Guión: Rachid Bouchareb, Olivier Lorelle
Música: Armand Amar
Fotografía: Patrick Blossier
Reparto: Jamel Debbouze, Samy Nacéri, Sami Bouajila, Roschdy Zem, Bernard Blancan, Mathieu Simonet, Benoît Giros, Mélanie Laurent

La historia la escriben los vencedores. Por lo tanto los recuerdos dependen de quién los recuerda y de cómo los recuerda. En consecuencia, podemos decir que la historia es, por lo general, el punto de vista de quienes han prevalecido. Esto nos lleva a una gran injusticia que difícilmente pueda repararse de una manera satisfactoria. Es lo que intenta el director argelino Bouchareb, cuando nos presenta la épica de los voluntarios argelinos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial en favor de Francia. La película se inscribe en el género del cine bélico, pero destacando la humanidad de los soldados, algo que ya estaba muy presente en el gran clásico de Kubrick: Senderos de gloria. Indigénes es notable por su adecuado ritmo y por presentar, de una forma no panfletaria, la discriminación que sufrieron estos voluntarios argelinos; soldados que se sacrificaron, paradójicamente, por una Francia colonialista.


Los falsificadores
Título original: Die Fälscher (The Counterfeiters)
Año: 2007
Duración: 98 min.
País: [Austria]
Director: Stefan Ruzowitzky
Guión: Stefan Ruzowitzky (Historia: Adolf Burger)
Música: Marius Ruhland
Fotografía:    Benedict Neuenfels
Reparto: Karl Markovics, August Diehl, Devid Striesow, Martin Brambach, August Zirner, Veit Stübner, Sebastian Urzendowsky, Andreas Schmidt

La Segunda Guerra Mundial dejó millones de víctimas entre combatientes y civiles, sólo la URSS aportó más de 22 millones de muertos, es decir, una auténtica hecatombe demográfica. Así que el cine ha hecho de esta tragedia colectiva uno de los temas más tratados. Los falsificadores viene precedida de su reciente triunfo como mejor película extranjera en los Oscar. Triunfo justo por los innegables méritos que tiene. Los campos de concentración nazis vuelven a ser presentados como lo que fueron: lugares para la tortura, el incansable trabajo, la muerte y centros de experimentación utilizando como conejillos de indias a los prisioneros. La película se inspira en un proyecto nazi orientado a la falsificación de dinero para de esa forma compensar las mermadas finanzas de la alicaída industria de guerra alemana. Karl Markovics, el protagonista, es prácticamente toda la película. Su interpretación sobria y convincente nos permite recrear esta historia desde una postura inteligente y crítica; sin excesos ni demostraciones panfletarias. Una muy buena película que, además, tiene el mérito de ser austriaca; es decir, proviene de un cine poco familiar para la gran mayoría.


Katyn
Título original: Katyn
Año: 2007
Duración: 115 min.
País: Polonia
Director: Andrzej Wajda
Guión: Andrzej Wajda, Andrzej Mularczyk
Música: Krzysztof Penderecki
Fotografía: Pawel Edelman
Reparto: Andrzej Chyra, Magdalena Cielecka, Artur Zmijewski, Danuta Stenka, Maja Komorowska, Wladyslaw Kowalski, Pawel Malaszynski, Stanislawa Celinska, Marek Kondrat, Krzysztof Kolberger, Krzysztof Globisz

El cine está acostumbrado a banalizar la realidad, y el mal, como driría Arendt. Aunque hay cineastas excepcionales que recrean tragedias históricas procurando ser respetuosos de los hechos, como hace Wajda en Katyn. Algo que nos alegra porque el horror no es visto como espectáculo para el entretenimiento, sino como una preocupante reflexión sobre la historia y la naturaleza humana. Todavía nos causa estupor el recuerdo de las matanzas europeas en el contexto de las dos guerras mundiales, y películas como Katyn son dramáticos recordatorios del sufrimiento de unas de las muchas víctimas de la locura de la guerra: oficiales y académicos polacos.


La banda nos visita
Título original: Bikur Ha-Tizmoret (The Band's Visit) (The Bands Visit)
Año: 2007
Duración: 85 min.
País: [Israel]
Director: Eran Kolirin
Guión: Eran Kolirin
Música: Habib Shadah
Fotografía: Shai Goldman
Reparto: Saleh Bakri, Ronit Elkabetz, Sasson Gabai, Uri Gavriel, Imad Jabarin, Ahuva Keren, Rinat Matatov, Rubi Moskovitz, Khalifa Natour

Una película sencilla y parsimoniosa sobre el encuentro, desde la diferencia y los conflictos nacionales, culturales y religiosos. Todos los personajes son presentados con una gran dignidad y sin necesidad de caer en el panfleto político/ideológico. De hecho, no hay una sola mención a los milenarios conflictos, ofensas y revanchas entre árabes y judíos. Por el contrario, se nos muestra una relación de respeto, admiración y complementariedad. Una muestra de cómo el cine puede ayudar a la convivencia y la paz.


Valkiria
Título original: Valkyrie
Año: 2008
Duración: 120 min.
País: [Estados Unidos]
Director: Bryan Singer
Guión: Christopher McQuarrie, Nathan Alexander
Música: John Ottman
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Reparto: Tom Cruise, Carice van Houten, Kenneth Branagh, Bill Nighy, Eddie Izzard, Thomas Kretschmann, Tom Wilkinson, Terence Stamp, Tom Hollander, Kevin McNally, Christian Berkel, Jamie Parker, David Bamber, David Schofield, Kenneth Cranham, Halina Reijn, Harvey Friedman, Ian McNeice

La escenografía y puesta en escena de Valkiria es impecable. Sentimos que nos hemos trasladado en el tiempo para presenciar, atónitos, uno de los atentados frustrados más impactantes de la historia, y que pudo torcer su rumbo. Muy poco la Historia se refiere a la «resistencia» alemana en contra de Hitler y sus esbirros nazis, y, lo cierto del caso, es que existió y salvó la honra de buena parte de los alemanes de aquel período de oprobio y oscurantismo. La tragedia alemana se instaló desde una sospechosa dictadura legal que la guerra profundizó hasta llegar a lo irracional. Muchos oficiales alemanes sabían de las aberraciones del régimen y sus secuaces, pero en nombre del juramento de obediencia que hicieron ante Hitler tuvieron que reprimir sus ansias de justicia, aunque la mayoría, y esto hay que señalarlo, se hizo cómplice. Valkiria, no obstante, cede a las exigencias comerciales y convencionales al presentar al coronel Claus von Stauffenberg excesivamente idealizado, como una especie de héroe romántico víctima del mal, sin ahondar en las contradicciones políticas y sociológicas que tuvieron que padecer estos hombres en tan intensos y dramáticos momentos. Hitler es, apenas, una caricatura, y secuaces como el Jefe de Propaganda, Joseph Goebbels, son presentados de una forma estereotipada. Una vez más el cine estadounidense se acerca a la historia sin matices, sin ahondar en las paradojas y contradicciones, lo que vale es el reducir la realidad entre buenos y malos. Algo de lo que, de por sí, ya estamos saturados.


El niño con el pijama de rayas
Título original: The Boy in the Striped Pajamas (The Boy in the Striped Pyjamas)
Año: 2008
Duración: 94 min.
País: [Reino Unido]
Director: Mark Herman
Guión: Mark Herman (Novela: John Boyne)
Música: James Horner
Fotografía: Benoît Delhomme
Reparto: Asa Butterfield, David Thewlis, Vera Farmiga, Rupert Friend, Cara Horgan, David Hayman, Amber Beattie, Sheila Hancock, Richard Johnson

Hacía tiempo que no veía una película tan dura y tan contundente en contra del holocausto nazi. Y es que anteponer la inocencia infantil al horror adulto es un recurso explícitamente dramático y conmovedor. La vida es bella abrió un camino que ahora se cierra de una forma mucho más atroz con El niño con el pijama de rayas, del director Mark Herman. Su virtud consiste en que va más allá del maniqueísmo: Inocencia vs. Racionalidad; el bien vs. el mal. No, aquí hay matices y claroscuros que se interconectan. La madre del nazi carnicero, es una mujer cuestionadora del régimen nazi, mientras el padre es otro fanático más que raya en la estupidez y la locura. Lo mismo ocurre con la esposa: cuando descubre la verdad no puede hacerse cómplice del horror. Por otro lado, los nazis tenían que autoengañarse, y engañar a los alemanes de a pie con esas pamplinas en torno a la superioridad aria y la conspiración internacional judía, para justificar lo injustificable: la persecución y el exterminio de los judíos. De igual forma, la historia y el mismo cine, se nos convierten en extraordinarios medios de propaganda que sirven para encubrir completas realidades de oprobio. Una vez más el mundo adulto se derrumba ante la mirada atónita de un niño que lo único que sabe hacer es jugar y hacer amigos de su misma edad. Sólo que el crimen perpetrado a otros termina por devorarlo todo, y solo quedan cenizas, dolor y la pregunta sobre la ausencia de Dios y el hombre convertido en un salvaje: un lobo enfrentado consigo mismo.


The Reader
Título original: The Reader
Año: 2008
Duración: 123 min.
País: [Estados Unidos]
Director: Stephen Daldry
Guión: David Hare (Novela: Bernhard Schlink)
Música: Nico Muhly
Fotografía: Chris Menges, Roger Deakins
Reparto: Kate Winslet, David Kross, Ralph Fiennes, Bruno Ganz, Lena Olin, Alexandra Maria Lara, Linda Bassett, Susanne Lothar, Matthias Habich, Ludwig Blochberger, Volker Bruch, Hannah Herzsprung, Jeanette Hain, Jonas Jägermeyr

El cine más reciente se ha dedicado a retomar el tema del holocausto nazi como una de las más terribles tragedias del siglo XX. El niño con el pijama de rayas nos impactó; y películas alemanas como El hundimiento, La ola y Napola, tocan el fenómeno incomprensible e irracional de la maldad que derivó de las prácticas totalitarias de algunos regímenes políticos. En The Reader, Kate Winslet teje una actuación sobria e impecable al dar vida a una obsesiva carcelera de un campo de concentración que es capaz de emocionarse y conmoverse ante la prosa de Homero, o los cantos de un coro religioso, y no se inmuta en lo que considera el cumplimiento de su deber, de su responsabilidad, que no es otra que servir de Ángel de la Muerte a las víctimas que le toca cuidar en el cautiverio. Son personajes psicópatas y monstruosos al estilo de Calígula que destilan lagrimas por la muerte de un caballo y una completa inflexibilidad y crueldad cuando se trata de otros seres humanos. Esta paradoja ahonda en el misterio y termina por hacer incomprensible buena parte de la historia de la humanidad. El personaje de Hanna vive el horror de otras personas con una indiferencia tal que se hace extensiva al resto de los alemanes que sabían de la existencia de los campos de exterminio y guardaron silencio cómplice. Fueron convencidos o adoctrinados para formar una «máquina» de dominación y destrucción sobre el enemigo. Nadie o muy pocos alemanes tuvieron la valentía de enfrentar el horror. Y esta película es un alerta a todos los ciudadanos que aspiramos a la convivencia cívica y pacífica más allá de los mesías y dictadores desaforados por el dominio y el abuso del poder. Que Hanna tenga más vergüenza por reconocer su analfabetismo que su condición de asesina no habla muy bien del ser humano.


Malditos bastardos
Título original: Inglourious Basterds (Inglorious Bastards)
Año: 2009
Duración: 153 min.
País: [Estados Unidos]
Director: Quentin Tarantino
Guión: Quentin Tarantino
Música: Varios
Fotografía: Robert Richardson
Reparto: Brad Pitt, Diane Kruger, Christoph Waltz, Daniel Brühl, Mélanie Laurent, Eli Roth, Michael Fassbender, Samm Levine, B.J. Novak, Til Schweiger, Gedeon Burkhard, Paul Rust, Michael Bacall, Omar Doom, Sylvester Groth, Julie Dreyfus, Jacky Ido, August Diehl, Martin Wuttke, Richard Sammel, Christian Berkel, Sönke Möhring, Mike Myers, Rod Taylor, Denis Menochet, Enzo G. Castellari

Malditos bastardos no nos gustó, así de sencillo. La «estética Tarantino» nunca la hemos sabido valorar como algo positivo dentro del horizonte cinematográfico. Esa violencia sin sentido, gráfica y arrogante, nunca la hemos asumido como algo novedoso u original. Más bien como una provocación. Todo termina ridiculizado en forma de caricatura grotesca, y como espectadores, eso termina por cansarnos. De todas formas Malditos bastardos es una catarsis, entre otras muchas que el cine se ha dado en producir, en torno a la locura nazi y sus horrores. Sólo que aquí los vengadores se confunden con los verdugos y la desesperanza ontológica termina por barrerlo todo.

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